viernes, 14 de junio de 2013

Creerá que un hombre puede volar: Superman I y II


Les tenía ganas a estas películas desde que empecé con esta serie de artículos, y qué mejor momento que este, a una semana del estreno de Man Of Steel, para dar rienda suelta a toda una panoplia de loas y reverencias ante las que sigo considerando las mejores películas jamás filmadas sobre superhéroes.

Porque si no lo he dicho ya lo hago ahora, de esta sección solo ha de esperarse objetividad en los datos fríos, es decir, ficha técnica, recaudación, reparto etc.

No soy un crítico de cine. O lo soy en la misma medida en la que lo somos todos y cada uno de nosotros, así que estos artículos están contaminados por las mismas filias y fobias que cualquiera de las opiniones de cualquiera de nosotros. Es de esperar que mucha de la gente que nos lea esté de acuerdo con mi afirmación, pero otra tanta no (sobre todo los más jóvenes) lo cual no puede sino enriquecer el debate.

Si me he decidido a incluir las dos primeras partes de la saga en le mismo artículo ha sido simplemente porque se pueden considerar perfectamente como la misma película. Ambas fueron rodadas simultáneamente y la trama de la segunda comienza en los primeros minutos de la primera.

Donner y Reeve en pleno rodaje
Sólo el (lamentable) hecho de prescindir de Richard Donner en favor de Richard Lester para re-filmar ciertas escenas de la secuela convierten a estos filmes en dos y no en uno cortado por la mitad.

Hagamos historia.

Hoy estamos acostumbrados a tener dos o tres blockbusters superheróicos al año, pero a finales de los años `70 rodar una película de alto presupuesto basada en un personaje como Superman era una locura. Por lo cual, los productores Ilya y Alexander Salkind comenzaron por decir "ojo, que esto va en serio" contratando a Mario Puzo, famoso escritor y autor entre otras del libreto de El Padrino, para que se encargase del guión de la cinta.

Con semejante aval, comienza la búsqueda de un director y los ojos de los productores se posan primero en un joven Steven Spielberg que finalmente no se hará con los mandos de la cinta en favor del mencionado Donner. Nunca sabremos si para bien o para mal.

Con Marlon Brando y Gene Hackman la cinta sigue embarcando en el proyecto a actores de renombre y suscitando el interés de propios y extraños, a los que hay que unir a Glenn Ford en el papel de Jonathan Kent. Pero hay algo que la producción no encuentra, y ese algo es Superman. Se barajan los nombres de prácticamente todo el mundo que es alguien en Hollywood, desde Robert Redford a Sylvester Stallone.

Inquietante. Muy inquietante.
El nombre de este último suena de lo más marciano, pero recordemos que por aquel entonces estaba considerado como el potencial mejor actor de su generación gracias a su reciente actuación en Rocky.

Y fue el propio Marlon Brando el que privó a Stallone de toda posibilidad, al vetarle debido a una vieja enemistad entre ellos, cuando estaba prácticamente elegido.

Afortunadamente.

Así las cosas, finalmente se decidió contratar a un actor desconocido para el gran público y la elección cayó en Christopher Reeve a condición de que bajo la tutela de David Prowse (actor que encarnó físicamente a Darth Vader en la trilogía original de Star Wars y campeón de halterofilia) ganase unos cuantos kilos de músculo antes de empezar el rodaje.

Así, entre tiranteces creativas entre Donner y los productores que acabaron por propiciar la salida del primer de la saga, y caprichos de divo de Brando, a quien le interesaba tan poco su papel como Jor-El que  tenía que disponer del texto escrito en una nota ante sus ojos porque no se molestó en leer el guión (en una recordada escena del film el papel está directamente pegado sobre el bebé que da cuerpo al neonato Kal-El), se gestó todo un hito de la historia del cine.

Los principales reclamos de la película en su momento.

Porque si en el artículo dedicado a los X-Men de Bryan Singer decíamos que esa cinta había dado el pistoletazo de salida a la actual fiebre de las adaptaciones comiqueras de Marvel, podemos afirmar con toda rotundidad que antes de Superman no había nada.

Christopher Reeve resultó ser a la postre no solo un acierto absoluto de casting, sino el descubrimiento de una personalidad y un carisma absolutamente magnéticos, que se vieron aplastados por la propia magnitud del personaje que interpretaba. Incluso en las entrañables pero muy objetables partes III y IV de la saga, Reeve sigue rezumando un talento que hace que sea lo único que te mantiene atento a la pantalla hasta le final de la cinta.

Otro acierto no menos destacable fue el de Margot Kidder como Lois Lane , llevando al personaje un peldaño más allá del papel habitual de damisela en apuros que solía estar reservado para la periodista estrella del Daily Planet hasta entonces.

Lois Lane. Sin más.
Y si se suele argumentar (con razón) que nadie le llegó ni a la suela de las botas a Reeve como Superman en posteriores adaptaciones del personaje, puede que aún sea más cierta esa afirmación en el caso de Kidder, paradigma de la mujer fuerte e independiente de la época (salvo cuando se derrite entre los brazos del gran S, desde luego).

Más allá de las virtudes y defectos que se le encuentran a estas cintas, y más vistas hoy en día, podemos hablar de un hito generacional que junto a Star Wars estrenada un año antes, marcarían a fuego a toda una generación (a la que pertenezco) que acabaría desembocando en la primera hornada de frikis, geeks, nerds o como se nos quiera llamar a los que rondando los 40 seguimos rodeados de cómics, action figures y ediciones supuestamente limitadas de nuestras películas favoritas.


Porque las cintas tienen defectos. Y muchos.

Desde la linealidad de los argumentos de ambas, hasta cosas como el final de la primera, que os confieso que nunca he acabado de entender, pero que siempre he asumido de muy buen grado. Pero la dirección de Donner y sobre todo, la imponente presencia de Reeve te hacen sumergirte en dos películas de un metraje considerable pasando por alto cualquier otra consideración.

El general Zod de los setenta, interpretado por Terence Stamp
Como me dijo una vez un amigo "Reeve destilaba bondad" por lo que resultaba perfecto para una encarnación de Superman por aquella época.

Hoy tenemos a la vuelta de la esquina una nueva encarnación llamada a tomar el relevo de esta de una vez por todas, en la que Superman parece ser que destilará humanidad, entendiéndose el término como amalgama de contradicción, reflexión y todo aquello que es inherente al ser humano en contraposición al Dios entre nosotros que solía representar el último hijo de Krypton hasta el momento.

Son otros tiempos y eso ha de notarse forzosamente.

Y si a Singer le perdono lo flojita que le salió su versión debido a la reverencia que ambos tenemos hacia el material original de Donner, a Nolan y a Snyder les ruego que, ya que por mucho que se esfuercen nadie va a conseguir que para mi generación Reeve deje de ser Superman,  hagan lo que quieran, pero que lo hagan lo suficientemente bien como para que otra generación pueda escribir un artículo como este dentro de 30 años sobre Man Of Steel con el cariño con el que yo escribo sobre Superman.

Articulo dedicado a la memoria de Christopher Reeve, que consiguió que creyese que un hombre podía volar. Y aún sigo creyéndolo.

2 comentarios:

  1. Maravilloso artículo... y como colofón: Mark Waid y Alex Ross le dedican la serie "Kingdom Come" a Christopher Reeve bajo la frase "Porque pudo hacernos creer que un hombre puede volar".

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    1. Había olvidado ese detalle, Victor. Somos muchos a los que Reeve nos enseñó a volar. Gracias por tu comentario.

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